jueves, 19 de enero de 2017

Cusco, la ciudad que me atrapó

Tras hacer el check out en el hostel me dispuse a dar unas últimas vueltas por la bonita ciudad de Cusco.La noche anterior me había quedado en un hostel nuevo, el Grasshooper, que si bien es sencillo y básico te hace sentir como en casa porque su personal es encantador. Las chicas de recepción me hicieron sugerencias sobre que podía ver, ya que una vez visto Machu Picchu el resto lo dejo todo a la improvisación e iré viendo cosas de camino a Lima, donde cojo el vuelo a Los Ángeles el 22 de enero.
Finalmente decidí que iría a Puno para desde allí ver el lago Titikaka y sus islas.

En mi anterior parada en Cusco, vi que de la plaza de armas salían free walking tours y como ya había paseado por mi cuenta, decidí unirme al grupo de las 10:30 a ver si aprendía cositas interesantes de la ciudad. En total duró unas 3 horas,y además de contarnos datos históricos de la ciudad, degustamos Pisco, y vimos diferentes muestras de artesanía local.
La verdad que se me hizo un poco tostón, pero tras comer con algunos del grupo, decidí que me apetecía quedarme otro día más en Cuzco disfrutar de sus calles.

Catedral de Cuzco




Grupo del walking free tour


Por la tarde subí a las ruinas de Saqsaywamán, que al encontrarse en un alto a las afueras, ofrecen unas magníficas vistas de la ciudad. Para entrar, hace falta comprar el abono turístico que ya comenté en otro post, pero hay un truco del almendruco, y es que si vais a las 5:30 ya no hay nadie en taquilla y podeis pasar gratis, que es lo que me pasó a mi. Lo malo que al llegar arriba ya no me dejaron entrar, pero como yo solo quería disfrutar de las vistas me sirvió.
De ahí me dirigí al Cristo Blanco y esperé que se pusiera el sol para disfrutar de unas magníficas vistas nocturnas de la ciudad.

Cusco desde las  alturas




Ya de vuelta en el hostel conocí a unas malagueñas simpatiquísimas y quedamos para ver Cuzco al día siguiente, ya que el bus a Puno es nocturno y tenía todo el día para disfrutar.
A la mañana siguiente y tras hacer check out de nuevo nos fuimos a pasear y a comer, aunque más que pasear nos dedicamos a regatear en los puestos locales y a hacer algunas comprillas. Lo genial de viajar sola es que continuamente conoces gente, que suele ser muy afín a ti por lo general y es lo que me pasó con ellas.
Al final y tras unas copas de vino, en teoría de despedida, Isa, Laura, Alba y Jenny me convencieron para que no me fuese. Así que tras hacer nuevamente check-in en el hostel por cuarta vez, nos fuimos a disfrutar la noche cuzqueña.




Cheese and wine


Cusco tiene muchísimo ambiente mochilero y es una ciudad animadísima tanto de día como de noche. Nosotras fuimos a Mamá áfrica y disfrutamos de su happy hour de pisco sour( el coctail típico de Perú a base de pisco, limón y clara de huevo) hasta las 5.


A todo esto no he comentado que el día anterior cuando decidí quedarme más en Cuzco, también decidí retrasar mi vuelo para estar unos días más en Perú( con el billete de avión para dar la vuelta al mundo puedo hacer cambios de fecha las veces que quiera,ya hablaré en otro post de él).

A la mañana siguiente tras haber dormido un par de horas cambié mi billete Lima- Los Ángeles, aunque también me tocó retrasar el siguiente de L.A a Auckland.
El resto del día fue para comer con las malagueñas y pasear tranquilamente.

Por la noche tenía el bus nocturno a las 10 a la ciudad de Puno, que es la entrada al lago Titikaka. Ahí sí que solo se puede ir con tour y pensaba cogerlo según llegase a Puno a las 5:30, pero como los barcos salen a las 7 a.m, por si acaso lo compré en una de las millones de agencias de la Plaza de Armas de Cuzco. Me costó 125 soles a incluía el transporte a las islas, el guía, las comidas y el alojamiento una noche en la isla de Amantaní.

Tras comprar el tour y un pequeño drama peluqueril( solo a mi se me ocurre entrar a teñirme en una peluquería peruana, y si encima tienes tú que decirle qué mezclar a la peluquera, no pinta nada bien…), fui al hostel a por mi mochila.
Como ya había hecho check out 3 veces y nunca me iba, ya se reían de mi y me decían que si me guardaban cama para la siguiente noche, pero ya ése día definitivamente le dije adios a Cusco y puse rumbo al lago Titikaka.

Fiesta cusqueña









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